ENTENDIENDO LA MARCHA

«El déspota no lo sabe. Ebrio de poder, siempre incurre en el error de que el pueblo lo ama… No escucha lavoz que le aconseja moderación; conserva en muy alto su propia estimación, y comúnmente nunca cede. 

Ricardo Flores Magón

¿Cuál es la responsabilidad del ciudadano frente al poder?

¿Aplaudir o exigir, revisar el desempeño o ser corifeo del gobernante?

La sabiduría popular y el conocimiento de la naturaleza humana nos dejan claro que el poder marea, que subido en un ladrillo el político con poder se comporta diferente, que pierde piso y que eleva su mirada al cielo, pero no para pedir consejo a los dioses sino porque ya se sabe uno de ellos.

Hybris llamaban los griegos del periodo clásico a esta enfermedad del poder. Bien podríamos decir que ya muchos de los lideres de la historia y del presente sufren de hybris (desmesura) y carecen de areté (virtud).

Recordemos que para los griegos la virtud está en el justo medio, así pues, la excesiva ponderación de si mismo por parte del gobernante o incluso de los ciudadanos provoca la enfermedad del poder, la locura. Donde se pierde el sentido común y la mesura, empieza la adulación, el mesianismo.

Recientemente en un acto público, Layda Sansores declaró que AMLO “está hecho de otra dimensión humana” esa pretensión de adjudicar poderes divinos a un mero mortal es precisamente la mejor descripción de hybris. 

Cuando aparece el culto a la personalidad, la cordura es expulsada por la ventana y termina siendo abucheada por la grey ebria de admiración por su líder.


Ojalá pudiéramos vernos en estos espejos:

Yo ya no me pertenezco, que me queda a mí, servir al pueblo…Hugo Chávez.

Exijo lealtad absoluta porque yo ya no soy yo, yo soy el pueblo…Hugo Chávez

“Perón es un dios para nosotros, tanto que no concebimos el cielo sin Perón. Él es nuestro sol, es el agua, es el aire que respiramos; Perón es la vida de nuestro país y del pueblo argentino. Perón hay uno solo.»… Evita Perón

Tengo un chaleco moral que es fuerte. Ese me ha protegido siempre»…Fidel Castro

Si a Cristo el Hijo de Dios hecho hombre le salió un traidor, que menos a nosotros…Daniel Ortega


A lo largo de la historia el culto a la personalidad se ha revestido de ropajes cuasi divinos y de supuestas y auto declaradas cualidades éticas. Es una constante de la que deberíamos de aprender.

 El culto a la personalidad se ajusta a las necesidades del mercado. Estatuas, marchas, desfiles, muñequitos, himnos, mañanitas en el cumpleaños etc.

Si sustraerse al embrujo de poder, que trasforma trastornando, es muy difícil, sustraerse al canto de las sirenas del culto a la personalidad es realmente imposible. El culto a la personalidad que empieza muchas veces como una estrategia política, un mero slogan, “no somos iguales”, termina siendo verdad inamovible para el líder y para sus seguidores.

Porque el poder es tan imponente, tan insoportable, algo antinatural y desquiciante, el gobernante requiere de frenos y contrapesos y quizá el más efectivo de todo sea huir de la adulación grotesca que intenta deificarlo haga o no haga nada. Así que la responsabilidad del ciudadano es mantener a sus gobernantes con los pies, lo más firmemente puestos en la tierra que sea posible. Habrá que bajarlos del ladrillo a base de críticas y de exigencias que les muestren que el mundo real es otro y muy diferente al de la burbuja del poder en donde habitan. Cuando los baños de pueblo ya nos son para conocer la realidad, sino para ser adulado, la cosa marcha mal.  El mejor servicio que puede hacer a su líder es, entonces, recordarle que la mejor manera de no robar y de no pecar es estar plenamente consiente que lo va a hacer si se deja ganar por la soberbia.  Si de verdad quiere a su líder, manténgalo aterrizado y no contribuya a la desmesura. Recuérdele que en polvo ha de volverse.

Cómo entender la marcha que ayer se escenificó para darle el apoyo al presidente, ¿por qué marcha, en apoyo de su presidente, un pueblo con tantas carencias? Un pueblo al que el estado mexicano debe tanto, por qué marcha a aplaudir en vez de exigir que le ofrezcan un mejor porvenir para él y paras sus hijos.

Quienes marcharon ayer lo hicieron por alguna de estas sinrazones:

-Por mero interés político como las corcholatas y los funcionarios.

-Por interés de mantener su trabajo o sus prebendas económicas. Lo cual nos habla de un gobierno que se asemeja a la descripción que del PRI-Gobierno hacía Octavio Paz: “El ogro filantrópico” lo llamaba, el que da pero que cobra en adhesión sumisa.

-El ciudadano que verdaderamente quiere al presidente, que son muchos millones, porque necesita tener una esperanza de que por fin le haga justicia esta nueva revolución autodenominada 4T, este ciudadano tan noble como ingenuo, que cree que en un mero político le ha llegado un mesías redentor, un ciudadano tan noble como ingenuo que cada 6 años se aferra a un líder para que lo saque de la pobreza.

Un ciudadano tan noble al que no se vale engañar con frases hechas y proclamas morales inoperantes en la realidad y propias de un culto a la personalidad

Así que cuesta entender la marcha de apoyo al presidente en un país tan golpeado por la inseguridad, un país atiborrado de pobres y de muertos; que son tan de este gobierno como de los pasados, un país con un deficientísimo programa educativo, con un pésimo servicio sanitario.

Cuesta entender más allá de cuotas clientelares, y de genuina pero inocente esperanza del pueblo, una marcha de apoyo a un gobierno que llevando dos terceras partes de su duración no ha presentado trasformación alguna en ninguno de estos temas.

Así creo que, si bien votar es una obligación ciudadana, no adular a quienes detentan el poder debe ser otra igual de importante para mantener la cordura de nuestros gobernantes y la salud de nuestra golpeada democracia; ya que mesianismo y democracia no suelen ser aliados.

5 comentarios en “ENTENDIENDO LA MARCHA

  1. Dolores Martinez Parente 28 noviembre, 2022 — 9:04 am

    Muy atinado artículo Ernesto. Las cosas no son como parecen y Mexico está siendo afectado en todos aspectos con la persona equivocada

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    1. Así es Lolita, muy lamentable el estado de nuetra realidad politica. Saludos estoy agradecido de tenerte en mi sitio.

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  2. Enersolar Matamoros 29 noviembre, 2022 — 7:33 am

    Excelente Artículo

    Atte

    Armando Guajardo González

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  3. Fernando E. Velasquez 5 diciembre, 2022 — 1:26 am

    Mi estimado Ernesto, antes que nada, nuevamente te felicito por un excelente artículo, fiel a como nos tienes bien acostumbrados.

    Y habiendo recibido luz verde de parte tuya para escribir mi comentario, primero, gracias mil, y segundo, “a darle que es mole de olla”.

    Este domingo, que es inicio -y no fin- de semana, y después de escuchar y/o leer diferentes opiniones, pareceres, sentires, expresiones, pronunciados, etc., tanto de quienes apoyaron la malamente apodada Marcha de AMLO, Marcha del ego, Marcha del ardido, Marcha del despecho, etc., ya que ofende a los que legítimamente creen en ese proyecto, o como la (re)nombró su precursor, (palabras más, palabras menos) Marcha para festejar 4 años del gobierno de la 4T, Marcha para reforzar el movimiento, te expreso mi propio sentir.

    Quienes están con AMLO, principalmente los que cobran con nuestros impuestos, y de manera más que especial, los que luchan por ese V.B. de su Huei Tlatoani y sus equipos de trabajo, -creo que les apodan “corcholatas” -que no han sido capaces de responder responsablemente de actos que emanaron de su corrupta administración y que terminaron costando vidas humanas inocentes- todos esos “funcionarios públicos” -es un decir- no han cambiado un ápice su discurso:

    — que hubo chorrocientos miles de miles y miles de chorrocientos de miles y miles y… No. Sí hubo muchos, pero no las cantidades que aseguran. Esto, si solamente contabilizamos a los que fueron porque quisieron ir, y me refiero a los convencidos del proyecto 4T. Así quieran tapar el sol con un dedo o toda la mano, o el cuerpo completo, ya no es lo mismo… y ellos lo saben. Por eso, todos los siguientes bulos:

    — no hubo acarreados. De acuerdo con ellos, absolutamente todos los asistentes lo hicieron porque así lo deseaban; esa fue su decisión: estar presentes. La verdad es que no fue el caso con todos. Aquí, en este punto, nadie tenía algo mejor, urgente, impostergable, etc., qué hacer. Hmmm… no lo compro.

    — no se dilapidaron cuantiosísimos recursos públicos. Entonces debemos entender ¿y aceptar? ¿en serio? que cada uno de los asistentes cubrió de su propio peculio los gastos para estar presentes. Aquí, en este punto, esa versión, yo al menos, no la compro.

    — no se amenazó a nadie con retirarle o -mínimo- retrasarle sus apoyos (que por cierto son pagados con nuestros impuestos, hasta el último centavo). Aquí, en este punto, en pocas palabras: sí se hizo.

    — que se demostró sobradamente el fortísimo, hercúleo músculo -y plena salud- de que goza la 4T, y por supuesto, su líder. Aquí, en este punto, sí, se demostró músculo -de la plena salud de su líder no estoy tan seguro- pero me hubiera gustado ver el verdadero músculo sin acarreados, ya sea pagados, amenazados, etc., después del desgaste natural de 4 años de un gobierno federal y muchos estatales y municipales, de diputados, senadores, de ex diputados y ex senadores (por una poderosa razón -el voto ciudadano en su contra- no se “nutren” del presupuesto público ya) de la 4T que han dejado muchísimo qué desear.

    — que todos y cada uno de los asistentes a dicha Marcha están de acuerdo en que el INE desaparezca. O mínimo, se le recorten los recursos en la mayor cantidad posible, que son nuestros impuestos, para “ahorrar”… y reasignar toda esa $$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$ a… ¡programas clientel…, perdón, sociales! Aquí, en este punto, entonces todos y cada uno de los asistentes a la mencionada Marcha ahora resultaron expertos en la materia electoral.

    — que… y podría continuar el resto del año…

    Quienes no estaban de acuerdo con la Marcha tampoco modificaron su opinión, que va de la mano con lo mencionado líneas arriba, pero una es el águila de la moneda y la otra, el sol: muchos acarreados; asistentes amenazados de diferentes maneras; dispendio brutal, insultante, y a todas luces, ilegal, de recursos públicos; que los que piden el fin del INE no saben lo necesario, importante y vital que es -que así es en realidad- para proteger nuestra sumamente incipiente democracia, etc.

    Pienso que a ambos lados les asiste la verdad. Y en “ambos” incluyo solamente a los ciudadanos. Y que también hay hipocresía -mas no en todos, de uno y otro bando- y en cantidades industriales. Y quienes tienen el acaparamiento de esa hipocresía son: los malos políticos de todos los partidos políticos. ¡Qué raro!

    La situación actual que vive México es el resultado de muchísimos gobiernos priístas y un par de gobiernos panistas federales, y de muchos gobiernos estatales y municipales de todos los partidos -aquí no se salva ninguno, y algunos menos que otros- que -la palabra necesaria a utilizar es- ¡hartaron! a la sociedad mexicana, en especial pero no exclusivamente, a la población más desprotegida, la más desfavorecida ¡y por mucho!

    Todos y cada uno de esos malos gobiernos de los tres niveles, federal, estatal y municipal -y no olvidemos a todos los senadores, y diputados federales, estatales, locales, regionales, del rancho, del ejido, de la colonia, de la cuadra, del club, etc., todos tristes levantadedos, sumisos, incondicionales, fieles -y no a sus electores-, irracionales, inconscientes, desinformados -y muchas de las veces porque ¿para qué tomarse la molestia en informarse debidamente, en interesarse de verdad en cumplir con su trabajo de manera responsable? ¡No, no, no, demasiado trabajo, sumamente agotador! Mejor, simplemente levanto el dedito ¡y ya!- abonaron el terreno para quien actualmente vende espejitos al por mayor, para quien no se da abasto con la producción de su artículo primario, ya que también vende esperanzas e ilusiones -lo malo es que su “actividad” no genera impuestos ni empleos ni crea riqueza fuera de un círculo muuuy exclusivo-, pero es de tal tamaño el rencor, el gordo de la tripa, la acumulación de bilis de un muy importante porcentaje de la sociedad mexicana, que se le tiene al pasado representado por todos y cada uno de esos malos gobiernos y “servidores públicos” -es un decir- que todavía muchísimos ciudadanos no dan espacio a la razón en no contadas ocasiones y algunos jamás, no se detienen a analizar, revisar, fiscalizar, y en caso de ser necesario e imprescindible, juzgar al juzgador, a aquel que se ha autoinstaurado en Mesías, perdonador, santificador, dador, condenador, fiscal, abogado defensor -según sea el caso y su prioridad- desde su tribuna diaria -pagada con nuestros impuestos-, donde atiende innumerables asuntos, por desgracia no de la Nación, más sí acomodaticios y acordes a la agenda de su personalísimo proyecto, el de ÉL, el máximo mentiroso, encubridor, divisor, redimidor, destructor, rencoroso, vengativo, déspota, impositivo, hipócrita, cínico, desvergonzado del país -las pruebas son abrumadoras-, ese que cobra -pero no trabaja- como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, entiéndase, de todos los ciudadanos mexicanos.

    Mientras los ciudadanos mexicanos sigamos escuchando y/o leyendo y viendo la misma actitud vil de parte de todos los partidos políticos, esto difícilmente cambiará.

    Los partidos políticos ahora en la oposición siguen igual. No han querido firmar el mensaje enviado por la ciudadanía con un “recibido”. No va con sus más viles e insanos intereses personalísimos y de partido. Eso le da manga ancha al partido -hoy oficial- y sus patéticos satélites en el gobierno federal y muchos estatales y municipales, y en los Congresos y Senado para decir: ¡miren, siguen igual, no han entendido, por lo que nosotros somos in-dis-pen-sa-bles para el cambio, somos los únicos ‘diferentes’”!

    Nos tocará a nosotros los ciudadanos hacer el trabajo de los partidos políticos de ¿oposición? ¿en serio? una vez más. Y una vez más, los partidos políticos se alzarán el cuello y gritarán a los cuatro vientos: ¡La ciudadanía ha decidido, ha hablado en las urnas, confió en “nosotros”, “nos” otorgó su voto de confianza, saben que los “representamos”, que defendemos “sus” más caros intereses! Y cosas -entiéndase metiras- como esas.

    Lo que no escucharemos ni leeremos de ningún partido político de ¿oposición? ¿de verdad? será: NO le queda de otra a todos aquellos ciudadanos que no desean que continúe la destrucción del país, de las instituciones que tanto trabajo, tiempo y dinero les han costado, y las mismas que han ido “arrancando” de nosotros de poco en poco, a través de incontables, insufribles sexenios para ellos, cuando ya no nos quedó de otra y debimos ceder, pues al igual que la actual administración federal y muchas estatales y municipales y en los Congresos y en el Senado, queríamos el pastel para nosotros de manera exclusiva. ¡Ah, qué tiempos aquellos, qué recuerdos tan maravillosos, qué nostalgia la que nos da, qué bonito es lo bonito!, y deben “apoyarnos” pues nosotros somos partidos políticos en la oposición y no les queda de otra… y a nosotros tampoco. ¡O se ..ingan o se ..ingan! Y nosotros, pues, seguimos subsistiendo con sus impues…, eh, no, no, seguiremos representándolos con nuestra mayor preocupación porque “sus” intereses y prioridades son lo más importante y sagrado para nosotros”. Y aquí es donde todos los partidos políticos en su conjunto se van a un muy buen restaurant, donde brindan con las mejores bebidas espirituosas y comen opíparamente, pagando con nuestros impuestos, y se ríen a carcajadas de nosotros, y de nuestros más caros intereses y prioridades.

    Eso no lo escucharemos ni leeremos de ninguno de los partidos políticos de ¿oposición? ¿en serio? ni de ninguno de los demás. Apuesto, triple contra sencillo.

    Ellos, los partidos políticos son los responsables en la mayor parte de lo que sucede en México actualmente -ya que nosotros los ciudadanos también tenemos nuestro porcentaje de culpa-. Y ellos lo saben sobradamente. Y están desesperados. De desaparecer, tendrían que conseguir un trabajo de verdad. ¡De terror! ¡Nooo! ¡Ni a Stephen King se la ha ocurrido algo tan abominable!

    Y nos necesitan… y los necesitamos… ¡Maldita sea!

    Por partidos políticos entiéndase a los malos, putrefactos, nefastos, corruptos, enfermizos, contaminados, integrantes de esos partidos políticos. Porque, aunque no se crea, hay buenos elementos. Y ese es su pecado: ser buenos. Y eso los condena al ostracismo, al olvido partidista hasta que, en tiempos de elecciones, son utilizados. Así, literal. Y una vez concluidas estas, se les descarta, de nuevo al “cuarto de las chivas”. Hasta la próxima elección. Igual ha pasado, pasa y continuará pasando con nosotros los ciudadanos. Los partidos políticos nunca cambiarán. No les conviene. No lo harán. Nosotros somos los que debemos cambiarlos. Ellos por sí mismos no quieren ni pueden. Va en contra de la purulenta esencia de los malos políticos -y también de los conformistas y acomodaticios- elementos de todos y cada uno de los partidos políticos.

    Nosotros los ciudadanos, aquí, desgarrándonos las vestiduras, ya sea apoyando o denostando a uno o a otro “servidor público” -es un decir- a un candidato genuinamente interesado en el bienestar de la ciudadanía -es un decir- , etc., perdiendo amistades y en ocasiones hasta relaciones familiares -y esto no es un decir sino una muy triste realidad-, y ellos se reúnen y se pitorrean de nosotros, negocian “en lo oscurito” esto o lo otro, una candidatura o la otra, una decisión o la otra, “toma y daca”, claro, mientras se acomode a sus personalísimos y partidistas intereses, nunca, jamás, never de los never, a los nuestros.

    ¿Qué esperábamos? Son políticos. No pueden evitarlo. Y al país, que se lo cargue el payaso.

    Mientras no cambie esto, difícilmente cambiará la tendencia actual. Y al país, ese que tanta sangre, sudor y lágrimas le costó, y continúa y continuará costando a muchos ¡que se lo lleve pifas! Total, perro no come perro. Pifas significa ladrón. Un día están en X partido político y mañana estarán en Y partido político. Hoy apoyan a P candidato y mañana apoyarán a R candidato. La cosa es continuar “nutriéndose” del presupuesto público, de nuestros impuestos, continuar saliendo en la foto. Y los ciudadanos… ¿Perdón, los qué, los quiénes? Y ¿Eso qué es, con qué se come?

    Es tiempo de elecciones… ¡Ah, los ciudadanos, sí, claro, claro, son por quienes “luchamos” denodadamente, a diario, a brazo partido, sin importar horarios, condiciones desfavorables, limitaciones, nada, nada importa cuando se trata de defender, de representar a los ciudadanos, con todo nues… Ya pasaron las elecciones… ¿Los ciudadanos, y eso qué es, con qué se come?

    O los cambiamos -nuestro voto es nuestro poder y su pesadilla; por algo hasta pagan, amenazan, condicionan, etc., por él- o acostumbrémonos, pues seguiremos en el mismo camino. Nosotros, los ciudadanos, tenemos la solución. Son nuestros recur$o$ los que ellos codician. Con nuestro voto responsable, razonado, lo lograremos. No hay otra. Después de todo, solamente el país y el futuro de 126+ millones de mexicanos -tanto de quienes deciden todavía solamente con los riñones y de quienes están en contra del fallido, insalvable proyecto denominado 4T y en especial, de los descendientes de ambos, que serán quienes realmente paguen en conjunto las barrabasadas del actual gobierno federal y muchos estatales y municipales y Congresos y Senado de todos los partidos políticos, ya que para muchos de nosotros por nuestra edad no habrá tiempo suficiente- está en juego. Casi nada. Peccata minuta. Que alguien le avise a sus hijos y nietos lo que podría haber en su futuro, porque el de esos malos políticos y de sus descendientes… desde hace un buen rato, ya está muuuy bien asegurado.

    Saludos, Fernando E. Velasquez

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  4. Héctor David Núñez Salazar 6 diciembre, 2022 — 12:41 am

    Absolutamente de acuerdo mi admirado amigo y vate sin igual… «… la multitud embravecida y fiera ruge cual indómita pantera…» me sumo y me congratulo cno tus mociones, sigamos con denuedo en el camino angosto… disfrutando de la disciplina que nos da la felicidad, gracias por aportar valor siempre

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