Ernesto Parga Limón
La verdadera inteligencia se muestra en función de las preguntas que se formulan y no tanto de las respuestas que se dan. Un buen maestro, por ejemplo, lo es en la medida en que sabe preguntar para llevar a sus alumnos a la personal reflexión que los obligue a discernir y a confrontarse con sus propias opiniones. Sócrates nos lo enseñó.
En la animada tertulia que iba y venía de lo insulso a lo anecdótico, alguno de los presentes como torero que espolea a la bestia para sacarle brío y gallardía, preguntó directo al tiempo que repartía su mirada entre los ocupantes de aquella mesa circular, ninguno escapó a su inquisidora mirada:
¿Si tuvieras que dejar a tu hijo de 10 años y regresar por él en 5 años a quién le confiarías su educación a Putin o a Zelenski? Pregunta muy inteligente que obligaba a responder abrazando una postura personal y en la que se ponderarían temas profundos como la misma dignidad e incluso la libertad humana.
Aclaro que no se nos dejó abierta ninguna otra posibilidad; solo a uno o al otro.
El desfile de opiniones inició, siendo muy mayoritaria la respuesta en favor de Putin, 6 a 2 terminó el encuentro. Yo de lado de Zelensky.
Creo entender que detrás de la postura de quienes votaron de manera diferente que yo, está la certeza, que comparto, de que nuestra sociedad vive una profunda crisis de autoridad.
Sin embargo y allende las coincidencias; aquí, querido amigo, te comparto el sentido de mi voto, al tiempo en que te pido que tomes tu silla, te incorpores a la tertulia y me acompañes en busca de una respuesta.
Ante la crisis de autoridad que es tan evidente en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad contemporánea, un creciente número de personas claman por el regreso de formas más severas de orden público y privado. Ellos ven con estupor el hecho real de que ya nadie acepta sujetarse a nada: los alumnos desafían a los maestros, los hijos a los padres, el hombre en general a las leyes de su misma naturaleza y que en algunos países se sufre auténtica ingobernabilidad por falta de respeto a la ley y a la autoridad en su conjunto.
Mira cómo nos educaron nuestros padres, y aquí estamos sin traumas y sin hacer daño a nadie. Este parece ser un argumento contundente que apoya la idea de que hace falta mano dura en la educación de los hijos y en la conducción de los gobiernos.
Sin embargo, a mi manera de ver esta postura no matiza, no sabe de puntos medios, y da inconscientemente todo el poder de mandar a uno y todo el deber de obedecer al otro. Olvida también los perjuicios de la carencia de libertad y la falta de límites de quien ejerce el poder.
La noción clásica de autoridad señala como peligros en su ejercicio tanto el exceso llamado autoritarismo, como su falta u omisión denominada permisividad. Es decir, los extremos son perniciosos. La regla de oro que se propone y que es el justo equilibrio entre la fuerza desmedida y la debilidad de carácter es:
Mano firme y dulce a la vez.
El justo medio donde los extremos se abrazan y se debilitan. Esta representación a manera de fórmula matemática nos ayudará a tener presente la verdadera naturaleza de la autoridad.
A=E+C (autoridad es exigencia más cariño).
Mi voto por Zelenski fue y es en buena medida por descarte. No me gusta Putin por su talante autoritario de nuevo zar de todas las Rusias. No me gustan los padres que gobiernan por decreto, al estilo de “obedeces porque soy tu madre y en esta casa mando yo, ya tendrás tu propia casa y ahí tus reglas”
No me gustan esos padres, que más que padres son generales de sentencias inapelables, no me gustan porque no quiero ser uno de ellos, toda mi vida he luchado contra mi tendencia a serlo. Veo también por otro lado, los problemas que se derivan de la falta de autoridad y que se esconden en ese amiguismo lamentable, que no es más que falta de amor genuino, en que se escudan los padres ante su incapacidad o su flojera para comprometerse con el proyecto educativo y de felicidad de sus hijos.


Chesterton el lúcido polemista inglés advierte con claridad el peligro de ambos extremos cuando nos dice que “el enemigo del hombre y de su libertad está tanto en Moscú como en Nueva York”. Ni reglas sin libertad ni libertad sin reglas.
Así las cosas… la respuesta, como todo en está vida, está en nosotros, en el conocimiento de nuestras propias tendencias. Cada uno habrá de cuidarse de excesos autoritarios o de displicente abandono de responsabilidades, porque la cabra tiende al monte.
¿En que extremos te sitúas querido lector? El justo medio siempre está esperando por nosotros. ¡Ánimo!
Nuestras madres bien que lo sabían, bien que lo vivían, eran a la vez toda exigencia y toda amorosa disposición, toda disciplina y todo servicio.
¡Ah!, cuánto de ese sentido común hemos perdido.
Ojalá lo entendieran, tanto los padres como los maestros, vamos al devacle con tanta falta de autoridad, graciaaasss, lo envié a varios maestros
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por supuesto que hay y también no hay quienes se pueden describir como Gabriela Mistral en la oración del maestro: » … Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la
caricia. ¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido
amando!… vale la pena pues viene muy bien al caso leer toda la oración, de la maestra por cierto…
Cómo siempre mi admirado amigo y vate sin igual, condensas tanto en tan poco espacio, como padres madruguemos a corregir al hijo como el Señor quien nos ama lo hace con nosotros, por cierto yo te secundo, no obstante que la estadística nos acaba, la gente «adulta» necesita alguien que los gobierne y guie, cuánto más los retoños de ellos… estamos en una crisis, llegando al clímax de esta, al ver que se batalla más con los milenials que con sus hijos, en la escuela y donde sea, antes y ahora los menos agradecemos que se nos corrija, por eso el sabio Salomón, el predicador escribió: corríjelo pero no lo mates, y no reprendas al necio pues solo lograrás que te aborrezca, reprende al sabio y te amará.
no pares… sigue, sigue escribiendo Ernesto Parga, en lo que a mi respecta muchas muchas gracias y muchas felicidades …
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8681013198, gracias quiero escuchar tu información.
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