Ernesto Parga Limón
¿Por qué los hombres siguen a los tiranos autócratas? ¿Por qué razón sus locuras , pendencieras y de irresponsable polarización encuentran acogida en la inteligencia de los gobernados?. ¿Cómo es posible que un insostenible discurso maniqueo; ellos los malos y nosotros los sin mancha, tenga éxito y sea aplaudido?
Gordon Allport, un influyente psicólogo estadounidense, dice refiriéndose a Viktor Frankl, que un hombre que ha sobrevivido a cuatro campos de concentración y que ha perdido a toda su familia en la guerra, un hombre que ha experimentado la sinrazón de la tiranía y del odio, tiene mucho que decirnos, aun hoy, y tiene que ser escuchado. Allport tiene mucha razón ya que los autócratas no son cosa del pasado, hoy están en todas partes, en el “Make América Great Again”, en la Rusia y su moderno zar, y claro… en nuestras tropicales latitudes.
Dietrich Bonhoeffer, es otro hombre que también tiene que ser escuchado, el también sufrió, hasta la muerte, por la demencia del poder de un hombre (Hitler) que fue votado, impulsado, amado y apoyado por la gente.
Ese es el quid de la cuestión que hoy nos atañe: ¿cómo logra el tirano hacerse valer?, ¿cómo consigue que se le dé todo el poder y todo el crédito por encima del más elemental sentido común? Bonhoeffer un pastor protestante alemán que antes de ser colgado por el régimen fue encarcelado, medita a la sombra de las duras condiciones carcelarias, ante lo que ve crecer con estupor, el apoyo y la admiración por el nazismo que el pueblo alemán siente. Bonhoeffer se pregunta cómo es que una nación de poetas, y ministros a caído en ese estado de perturbación mental, estupidez, la llama sin más. Yo preferiría llamarla… candidez; ingenua y torpe candidez.
Así nos dice Dietrich Bonhoeffer, en “Después de diez años Letters and Papers from Prison”:
“Si se observa más de cerca, se hace evidente que todo fuerte ascenso del poder en la esfera pública, ya sea de carácter político o religioso, infecta de estupidez a gran parte de la humanidad. Incluso parecería que esto es virtualmente una ley sociológica-psicológica. El poder de uno necesita la estupidez del otro. Parece que, bajo el impacto abrumador del poder en ascenso, los humanos se ven privados de su independencia interna y, más o menos conscientemente, renuncian a establecer una posición autónoma frente a las circunstancias emergentes.”
Esto es en buena medida lo que se experimenta entre los seguidores fanáticos de un líder, nula capacidad de autocrítica, renuncia voluntaria al ejercicio de analizar, ponderar y comparar entre dichos y hechos, ya no necesita conocer la verdad le basta con lo que su bienamado líder le diga.
Bonhoeffer disecciona con afilado bisturí al cándido seguidor: “Al conversar con él, uno siente virtualmente que no está tratando en absoluto con una persona, sino con eslóganes, consignas y cosas por el estilo que se han apoderado de él. Está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser. Habiéndose convertido así en una herramienta sin sentido”
A pesar de lo habituado que debiéramos estar, no deja de sorprendernos el enorme gasto de tiempo y energía que el seguidor utiliza en el empeño de defender a su líder ante cualquier crítica que se le haga. Siente respecto a esto una doble emoción. Por una parte, ya tiene una misión trascendental en la vida; defender a su líder, y por la otra, toda crítica al líder lo es también a su persona.
La superioridad del líder radica en que conoce los resortes de la psicología de la ignorancia y del desquite, por eso en su discurso todo el que lo sigue es sabio y bueno, y moralmente superior. El seguidor cae seducido, por primera vez alguien lo toma en cuenta, lo llama, lo convoca a juntos trasformar la historia de la nación, ha llegado su tiempo, nunca nadie más lo utilizará. El seguidor tiene una experiencia religiosa y canta a su líder político:
“Señor me has mirado a los ojos sonriente has dicho mi nombre”. En adelante ya no habrá dudas ha regresado el mesías.
El discurso del autócrata está lleno de suficiencia y de superioridad moral. Él puede hacer y deshacer, él no peca, no es igual a los otros.
En El hombre en busca de sentido Viktor Frankl niega enfáticamente la posibilidad de dividir en buenos a los de un grupo (los judíos) y en malos a otros (los nazis). El mundo no es así blanco y negro y en medio una línea. Él tuvo ocasión de conocer el mal vestido de compañero de infortunio, y pudo recibir conmiseración y apoyo entre los celadores nazis.
Escuchemos su impresionante testimonio:
“Hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la «raza» de los hombres decentes y la raza de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Ningún grupo se compone de hombres decentes o de hombres indecentes, así sin más ni más…a veces se podía encontrar, entre los guardias, a algunas personas decentes. Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración”
Cualquier pretensión en sentido contrario es mera manipulación y maliciosa tergiversación; nadie es bueno solo por ser liberal, pobre o austero, y nadie es malo solo por el hecho de ser conservador, de derecha o latino.
La autocrítica es el único freno ante la candidez, no trasforme su frustración, su desesperación o su malestar en otros, en ciega fe en el nuevo ángel exterminador que le promete venganza. Revise seriamente entre palabras y hechos. Todo líder debe ser limitado, acotado por la vigiliancia ciudadana, este es un principio de universal comprensión.
Nadie merece tu amor irreflexivo y cándido.
Siempre pensé que el gran carisma , la avasalladora personalidad y por supuesto el don de la oratoria pudieran ser los ejes que cautivan las masas y conducen a adorar y seguir hasta el fanatísmo al líder .
Pero hay casos principalmente en nuestro continente en donde los supuestos líderes caen en lo ridiculo sin ninguno de los atributos que supuestamente cautivan ….. y ahí están !!!!
Endiosados por mayorías que agrupan de todo tipo de clases sociales , educación , capacidad, intelecto etc
No se realmente que produce ese fenómeno, probablemente el gusto innato del humano por el cambio esperanzador o por la importancia personal que se obtiene al participar en algo y sentirse triunfador ….
No se!!!!
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Gracias por tu comentario Heberto
Efectivamente es absolutamente incomprensible que sin carisma ni oratoria consugan tantos fieles y tanta fidelidad.
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