DIVAGACIONES EN EL 34 ANIVERSARIO                                                                                                                             

Por Ernesto Parga Limón

Hoy en la festividad de los Santos Inocentes, mi aniversario de bodas 34 me sorprende en Guadalajara, son las 9.30 am, vamos a misa en la majestuosa catedral metropolitana, ya que es justo y necesario dar gracias por tanta bendición.  Parece que ayer apenas empezamos este caminar juntos. La vida es un suspiro.

He venido aquí como quien hace un viaje en la memoria, he venido a recuperar sensaciones, olores, sabores. Sentir el fresco bajo la sombra, oír el bronce de las campanas que inundan el espacio con la tercera llamada, ser uno más entre el gentío que recorre sus plazas, sus museos, sus mercados. Todo es olor, todo es recuerdo, todo es sabor, todo es memoria, todo es niñez y todo es pertenencia e identidad.

El terruño, dicen, es origen y es destino, que así sea.

Yo me maravillo, por estar aquí en el centro de su historia y de su palpitante presente: en este espacio que concentra el alegre bullicio de sus plazas y la insospechada paz de sus recintos. Afuera vibra la vida en frenesí; adentro en las varias iglesias de su entorno, en los innumerables patios del Hospicio Cabañas, en la serena contemplación de sus murales, todo es sosiego y ocasión de reflexión sobre el ayer y también sobre el mañana.

Jalisco corre por mis venas, toda mi estirpe de las dos sangres que me forman, padres, abuelos, y bisabuelos paternos y maternos, todos hijos de la tierra cristera de los Altos.


Voy caminando la ciudad… a cada paso una nueva evocación vestida de poema, de música o de ancestral plegaria, todo conduce al hondón donde viven los recuerdos.


Las cuatro explanadas dibujan una cruz perfecta y en el centro emerge extraordinaria, como una invocación al alto cielo, la Catedral Basílica de la Asunción de María Santísima. El portentoso edificio del Teatro Degollado me saluda con la sobriedad de su elegante estilo neoclásico, sin embargo esta vez lo que captura mi atención es la columnata de la Rotonda de los jaliscienses ilustres, apuro el paso, quiero ya ir a su encuentro, ahí están como en permanente espera los grandes hombres, ingenieros, educadores, artistas y especialmente aquellos que a mí me animan más, los poetas y escritores, rutilantes luces de la palabra que canta en español, aquellos que leí en mis mocedades, aquellos que siguen siendo fuente inagotable de la que abrevo.

Recorro la plaza que acoge sus estatuas, busco sus nombres, son mis amigos, cariño inalterable, en tanto sobreviene la catarata de recuerdos. La prosa, los cuentos, los poemas leídos y releídos; El guardagujas, y la Parábola del trueque de Juan José Arreola, con su aguda sátira, los estremecedores poemas Ciego Dios y El Cristo de Temaca de Alfredo R, Placencia, La bellísima e inolvidable Parábola del huésped sin nombre de Enrique González Martínez, y el profundo retrato que de mi pueblo hace en Al filo del Agua el inconmensurable Agustín Yáñez.

Les pido que charlemos, y ellos en su proverbial generosidad acceden, los bajo de su alto basamento, pues su cercanía me vivifica, en una banca nos sentamos, yo les pregunto y atiendo sus respuestas, el tiempo ya no es tiempo, no obedece a métricas humanas, se estaciona, deja de fluir y ya solo influye en la conciencia.

Habla Arreola y con él la inteligencia, habla González Martínez y canta el cisne de vero plumaje, habla Placencia con la fuerza de la fe y la daga del pecado, habla Yáñez y habla el prodigio que tiene mucho de pionero.  

Y el coloquio es formidable. Allí están ellos que son luz que no se marchita, allí estoy yo eterno aprendiz. ¿Qué es la vida?, ¿qué es la fe?, ¿qué la felicidad?, apresuro pregunta tras pregunta y voy leyendo sus palabras que responden a mis dudas, me deleito, aprendo, olvido y vuelvo a preguntarles.

El presente llama, la realidad vence a la fantasía.  Los aromas entran por la nariz y se vuelven hambre. La perla de occidente ofrece sus encantos, en sus anchas avenidas todo se vende, todo se compra, cada deseo y cada necesidad por unos pesos. Es ciudad de promesa y de sueños es ciudad a la que se vuelve inexorablemente.

¡Qué son apenas 34!, un suspiro y unas ganas enormes de seguir caminando juntos por la vida, en esta o en cualquier otra ciudad.  

Feliz Aniversario Tere.

2 comentarios en “DIVAGACIONES EN EL 34 ANIVERSARIO                                                                                                                             

  1. Rodolfo Cruz Villaftanca 29 diciembre, 2021 — 2:36 pm

    Felices primeros 34 años de matrimonio Ernesto.
    Son Tere y tú un ejemplo de vida para todos.
    Dios les de mucha salud

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  2. Fernando E. Velasquez 29 diciembre, 2021 — 5:38 pm

    Mi estimado Ernesto, buenos días.

    Primero lo primero: ¡Felicidades tanto a tu señora esposa, doña Tere y a ti en estos 34 años de gastar suela juntos por los caminos de este mundo, y que vengan otros 34 y aún más, gozando de plena salud y en la compañía de esa maravillosa familia que tan bien han sabido forjar!

    Y un plus adicional, que para nada menor: festejarlos en tu amado Jalisco, en tu terruño, en tu «capital del mundo, sucursal del cielo», con ese delicioso, envidiable coloquio con semejantes gigantescos, inolvidables personajes jaliscienses. ¡Casi nada!

    Excelente artículo -y aquí, nada nuevo bajo el sol, en lo concerniente a excelente-, tal y como nos tienes acostumbrados, mi muy estimado amigo.

    Con su lectura, nuevamente recordé a mi padre y de manera muy especial a mi madre, a mi Jefita, quien en muchas ocasiones me comentó con un enorme dejo de tristeza que uno de sus más caros anhelos había quedado trunco, que nunca lo vería realizado: envejecer junto a su compañero de vida, mi padre, disfrutando -y cuidando- uno del otro y de la cosecha resultante de la labor hecha en su vida como pareja: su familia.

    La muerte de mi padre debida a las lesiones sufridas en un accidente en carretera, hace ya muchos años, no les permitiría gozar esa maravillosa experiencia.

    Hace apenas unos días -el 21 del presente para ser preciso-, se cumplieron 11 años de estar ellos juntos nuevamente con la partida de mi Jefita.

    Sigue disfrutando tus más que merecidos, sangrados, sudados y llorados -por aquello de que «a sangre, sudor y lágrimas»-, ganados a pulso, días de asueto y las fechas decembrinas en tu pedacito de paraíso terrenal, y, ¡por supuesto! en la compañía de tu señora esposa, doña Tere. ¡Faltaba más!

    Mi estimado amigo, que el 2022 venga, llegue y perdure rebosante de salud, trabajo, felicidad, amor, bendiciones de todo tipo para toda tu familia y para ti.

    ¡Feliz Año Nuevo 2022, mi estimado amigo! Recibe un caluroso abrazo.

    Saludos, Fernando E. Velasquez.

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