Cuando se pretende imponer una idea política, se inicia por señalar las ilegalidades de los actores políticos contrarios; aquel robó, el otro infringió la ley, los de ese partido se aprovecharon traficando con influencias etc. Es decir, el respeto al estado de derecho es central en la idea de vender la necesidad de la construcción de una sociedad justa. Nosotros, se les escuchará decir, estableceremos el imperio de la ley. Hasta allí todos estamos de acuerdo en esa postura.
Sin embargo, si las cosas marchan bien y el caudillo se entroniza la ley se vuelve poca cosa, primero porque no emana de él, no es su hechura; y segundo porque no representa las virtudes que lo distinguen en su actuar social y personal. La ley resulta insuficiente para la transformación que se quiere provocar, entonces se promueve un código paralelo (más ley que la ley), que obligue so pena de expulsión o exhibición en la plaza pública a todo aquél que no se comporte como el caudillo lo hace.
-Yo por eso no voy a bodas-, lanza pontificadora advertencia para que los suyos cancelen de su agenda invitaciones impropias. Algunos ya estarán modificando su menú de navidad o algún viajecito para ver el encendido del pino en Nueva York, capital del mal.
-No es ilegal, pero es inmoral-; es la sentencia contra la que no hay recurso de apelación ya que el nuevo catecismo que rige la vida moral no permite ninguna defensa, es incontestable porque es la encarnación misma del caudillo, suponer que es mala o abusiva, imposible.
El articulado del catecismo laico moral, la verdadera ley por encima de la constitución incluye disposiciones sobre cómo celebrar bodas, en dónde te casas, a quién invitas, qué ofrecerás de comer, en qué se han de trasladar los invitados etc.
Es más grave que Lozoya haya comido Pato Laqueado con crepas en salsa de ciruela en el restaurante Hunan, que haber mentido y engañado a la autoridad por 15 meses, solo entonces la falta a la moral activa a la ley. Lo inmoral no se perdona.
Ser un criminal confeso nada importa. Ser fifí sí que importa.
Los Bartlett padre e hijo, Gatell y su irresponsable y mentiroso manejo de la pandemia, los esposos Bejarano-Padierna finísimas personas, o el gringo extraviado de Ackerman y sus muchas casas, todos estarán a salvo hasta que no se dejen retratar en algún restaurante de postín, de esos que encienden el escándalo y detonan a la ley.
La austeridad franciscana y la honrosa medianía juarista son el centro de la vida moral, cualquier acción que se considere despilfarro es gravísima, viajar en avión privado, ¡ni lo piense!, ser un vulgar “aspiracionista” que quiere tener más de dos zapatos y que desea que sus hijos vayan a la universidad, lo revela a usted, amigo lector, como el verdadero enemigo de la patria o peor aún del movimiento que encabeza el caudillo.
Si es usted funcionario recuerde que no se le escogió por talento sino por adhesión y lealtad al movimiento, es decir a su caudillo, ya que una trasformación verdadera necesita de hombres y mujeres 90% de lealtad y 10% de capacidad. Así que no se le ocurra casarse en Guatemala, porque aquello de los aviones, de los invitados y de los platillos puede parecer poco austero y entonces ni su capacidad profesional lo defenderá.
Los ideólogos de la nueva moral entienden que no hay necesidad de sacar a los pobres de su pobreza, al contrario, son tan necesarios para fincar sobre ellos el estado paternalista que buscan, que la idea es reproducirlos. Por eso se condena y se ataca al deseo de progreso y a los sueldos por encima del de el caudillo, a o la educación y a cualquier herramienta de crecimiento social.
Así el estado se convierte de facto en el «Chucho el Roto» que quita a los ricos para dar a los pobres y de pasada vuelve pobre a la clase media. ¡Listo… muchos votantes!… tantos como el estado benefactor requiere. Octavio Paz llamó a esta forma de control el “Ogro Filantrópico” un estado asistencialista que solo logra anestesiar la pobreza, lejos de paliar las necesidades del pueblo es causa y manifestación de las mismas.
Entonces, si el amor llegó a su vida mejor organícese una bodita de rancho, contrate una recua de mulas para trasladar a sus invitados, y si cree que el clásico y riquísimo asado de boda cumple con los parámetros de la austeridad republicana y no ofende la memoria juarista, yo le pido que lo piense dos veces y aun más de plano le aconsejo que agasaje a sus invitados con unos frijolitos de la olla con tortillas hechas a mano y unos chilitos del monte, le aseguro que sus invitados estarán felices y usted conservará su empleo.
Excelente Reflexión….
Muchísimas Felicidades
Esperamos sus siguientes
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Lic
Armando Guajardo González
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