HAY LETRAS QUE SE ESCRIBEN SOLAS

Por Ernesto Parga Limón

Hay letras que nunca terminan por escribirse. Son como el sueño que no pudimos recordar, son solo un sentimiento que se esfumó imposible de traducirse y de convertirse en signo que hable para otros. Las hay, otras, que cuestan el mundo y el espacio sideral el escribirlas, y emergen trémulas y tímidas, hijas del esfuerzo y la insatisfacción y que resultan, casi siempre, aun menos de lo poco que anticipábamos sobre ellas.

Hay otras, sin embargo, que se escriben solas, que asaltan al escribano. Tal como creo que sucedió, salvadas todas las distancias, a los evangelistas con las divinas letras. Únicamente queda ir detrás de ellas, ordenando un poco su fuerza y la urgencia que pugna, como potro desbocado, por comunicar su verdad y ver, ya, su marca perenne en la hoja en blanco. Estas letras son hijas de la vida, de los estados de ánimo, de las alegrías, de los miedos y las preocupaciones y de los más recónditos anhelos.

Tienen vida propia, vienen en tropel. Aparecen casi íntegras en medio de la noche, a mitad del tráfico, entreveradas en las actividades más disímbolas, cuando se cocina, cuando se trabaja, cuando se sufre por hacer brotar, infructuosa o esforzadamente, otras esquivas líneas. Son ajenas a la política y al devenir de la economía, no saben de futilidades, no se interesan en lo intrascendente, buscan siempre el núcleo mismo de la vida. Son nuestras dudas y son el misterio que inútilmente, pero no sin fruto, intentamos develar. Son la expresión más auténtica del vivir.

Las de hoy son de estas últimas, que me llegan, amigo lector, a mis 58 años, o a tus 50 años si es que sientes que en algo te cuestionan a ti también, o a los 60 de algún posible amigo en común, o a la edad desconocida de otro anónimo lector, que se cruza con ellas a través de los espacios infinitos de la red.

Y las letras que se escriben solas aparecieron ayer con esa autonomía que tan propia de ellas es, en medio de la noche, y así, en medio de mi noche me confrontaron, me cuestionaron.

¿Qué sigue ahora?, ¿Hay cosas por corregir?, ¿Qué te hace feliz?, ¿Qué impide que lo seas? ¿Quieres seguir así?, ¿Haces feliz a los que te rodean? ¿Hay alguien o algunos que te siguen necesitando? ¿Estás en deuda con la vida?

No esperaban, siquiera, que yo balbuceara una respuesta, solo querían seguir siendo preguntas, y molestar como el tábano que infatigable ronda la cabeza de las bestias y los obliga a sacudirse la modorra.  Solo querían verse convertidas, con premura, en letras sobre esta hoja que ahora tienes frente ti.

Ahora yo soy quien te pregunta, querido amigo, ¿Te “molesta”, como a mí, alguna de estas preguntas?  Si es así… ¡enhorabuena!; pues asumamos que lo importante no es tener respuestas, sino la capacidad para seguir escuchando las preguntas.  La ganancia está en el pellizco al alma, que convoca a la mejora.

Quizá la mejor manera de morir anticipadamente es no prestar oídos a las preguntas imperiosas que la vida y las propias convicciones nos plantean. Primero no queremos oír aquello que nos compromete y después, ya nos es imposible oír nada, sordos a la vida, embriagados en el festín del egoísmo.

Hay vida, y esperanza, y fe, si aún, aunque tenuemente, escuchamos esa voz que nos dice que la vida humana es temporal; pero que es posible vivirla al tope de nuestra responsabilidad, que es posible vivir a la manera de Dios; que cada momento lo vive todo con vocación de eternidad.

Hay savia vital y posibilidad de cumplir el cometido si volvemos a entender que la vida está esperando nuestra insustituible contribución, lo que nadie puede dar… solo nosotros. Hay vida si recuperamos el sentido de la urgencia, entendiendo, que es hoy el mejor tiempo de la entrega, y que mañana lo será de la siguiente.

Hay vida y habrá esperanza, si la respuesta mueve a la obra y la obra se torna en hábito.

Tal vez podamos empezar intentando descubrir; quién manda esas letras que se escriben solas.

4 comentarios en “HAY LETRAS QUE SE ESCRIBEN SOLAS

  1. Que tema tan interesante escogiste estimado amigo.
    Desde siempre la humanidad se ha hecho preguntas acerca de su vida, de cómo vivirla y el porqué de las situaciones que ocurren a su alrededor y sobre el origen de su propia vida.
    Todo esto favorece la capacidad de introspección que da lugar a la profundización de sus creencias y a valorar el significado de su propia vida y lo que espera de ella.
    Es importante hacernos nuestras propias preguntas para evitar que la duda nos paralice.
    Es imposible conocer todo acerca de nosotros mismos, sin embargo, el hecho de hacernos nuestras preguntas nos permite conocer nuestras expectativas acerca de lo que para nosotros significa vivir.
    Si me permites, yo añadiría estas preguntas existenciales para poder conocernos mejor:
    ¿Quién soy?
    Para conocer nuestra esencia y el concepto que tenemos de uno mismo.
    ¿Por qué estoy aquí?
    Para descubrir el motivo de vida, las metas y objetivos que busca.
    ¿Hacía donde voy?
    Para valorar las repercusiones de nuestras acciones y las consecuencias de nuestra forma de vivir.
    ¿Cómo valoro a los demás?
    Para medir la importancia y relevancia de las interacciones.
    ¿Creo en mí?
    Para reconocer mis capacidades.
    ¿Qué me hace vibrar?
    Para saber lo que realmente nos gusta.
    ¿Cuál es mi mayor temor?
    Para conocer los miedos y limitaciones.
    ¿Qué huella quiero dejar?
    Para conocer el sentido de trascendencia.
    ¿Cuánto influye lo que los demás piensan de mí?
    Para saber cuánto me afecta la opinión de los demás.
    ¿Estoy satisfecho conmigo mismo?
    Para descubrir mi autoconcepto y autoestima.
    ¿Mi mayor logro de vida?
    Entre lo que hemos hecho, qué es lo más meritorio y relevante.
    ¿Cuál es mi mayor error?
    Para reconocer mis fracasos y errores.
    Y así pondría muchas preguntas más, pero le toca a tus amables lectores hacerse sus propias preguntas.

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  2. Manuel Acosta López 15 diciembre, 2020 — 1:20 am

    Creo que a las preguntas existenciales que me asaltaron alguna vez cuando dormía, les puse tanto empeño en contestarlas que a buen tiempo las deje en su lugar, y digo a buen tiempo porque hay quienes se la pasan toda su vida llenado su libreta con las mismas preguntas, y en su búsqueda de respuestas han dejado de apreciar todo lo bello que la vida misma ofrece. Ahora, ese pellizco al alma del que habla en sus letras, es solo uno: Que más tienes preparado para mi, Dios. Lo acepto y lo vivo un día a la vez, con pasión y seguridad en tus designios.

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    1. Muchísimas gracias, Arturo Castilla. Efectivamente, el juego vital con sentido supone una profundización y un «confrontación» intelectual con nosotros mismos, para entender, en dónde estamos parados, hacia dónde vamos para ver, camino adelante, cuál es la senda que más conviene a mi proyecto de superación permanente. Yo pienso que en ocasiones es necesario desandar un poco el camino, para corregir errores, pedir disculpas y retomar, ya sin fardos, el camino nuevo. Gracias, con todo mi afecto.

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    2. Muchas gracias por tu comentario que aporta y mueve a la reflexión Me gustó mucho esa idea de tarea resuelta que planteas, Dudas enfrentadas y superadas. ese enfoque de desarrollo supone crecimiento en la andadura hacia la madurez. Comparto contigo esa visión y me alegra coincidir en este tema y en este sitio, Saludos

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